La derecha que quiera la izquierda

debe de ser que las olas de calor han causado daños en algunas cabezas poco ordenadas de nuestro elenco político. Resulta que la regeneración del PP ha de seguir las pautas que marca la izquierda y si así no es el potente ejército mediático de las izquierdas trata de triturar a todo aquel que no tenga su bendición para liderar el centro-derecha.
No querían a Rajoy y para cargárselo pergeñaron una moción de censura poco meditada que llevó a la Moncloa a Pedro Sánchez, quien previamente había sido defenestrado por su propio partido para resucitar de entre los muertos de la mano de una militancia que parece confundir la social democracia con la extrema izquierda podemita y si a eso le sumas a los independentistas y a los proetarras de Bildu sale un presidente del gobierno que hace aguas desde el principio. Así lo demuestra el fracaso en el nombramiento del Consejo de RTVE o en la aprobación del techo de gasto. Estas izquierdas conviven también con las derechas nacionalistas como PNV o la corrupta Convergencia se llame como se llame.
Los 84 escaños de Sánchez son los débiles cimientos de un gobierno que nació tambaleándose. Pues bien acabamos de hacer el resumen del resumen de lo que hoy es el gobierno de España. Por su parte el Partido Popular ha hecho auténtico contorsionismo para adaptarse, de una forma exprés, a las exigencias de los nuevos tiempos asumiendo en parte los criterios de la vieja izquierda y de la nueva extrema izquierda que no conformes con las primarias del PP han pretendido designar a su manera, los nuevos liderazgos del centro-derecha español.
Solo así se puede explicar el enorme apoyo que han querido dar a la otra candidata a la presidencia popular. Claramente se les fue la mano porque pretender que el apoyo público dado a Soraya por el infausto Rodríguez Zapatero fructificara y la convirtiera en la lideresa de la derecha que la izquierda quería. Con estos apoyos Pablo Casado ganó un Congreso que la izquierda había previsto de otra manera.
Casado no les gusta, un hombre joven nada acomplejado que tiene por delante el reto de devolver al poder al Partido Popular. En tal momento se inicia una cacería sin cuartel que pretende dinamitar los nuevos tiempos en el PP. Por una parte, Casado ha ilusionado a los populares y ha recuperado voto que se había fugado hacia Rivera y por otra parte el quintacolumnismo izquierdista ha decidido cortar de raíz esa ilusión.
No escatimarán en medios si lo del master no triunfa, como es previsible, pondrán en marcha nuevas insidias que traten de impedir la recuperación del centro-derecha. Me llama poderosamente la atención lo generosa que es la izquierda a la hora de redimir sus pecados en comparación con lo intransigente que se muestra con los pecados ajenos. Parece que lo de los ERES de Andalucía fuera irrelevante, miles de millones dilapidados y robados a los trabajadores cuando no gastados en drogas y prostíbulos. Ustedes se pueden imaginar la que se montaría si el asunto de los ERES hubiera ocurrido bajo un gobierno popular.
Tampoco importa el currículo de Pedro Sánchez, si hizo un master o no o si trabajó donde dijo que trabajaba y donde nadie lo sabía, pero la guinda al pastel la puso Sánchez con el fichaje de su mujer en una Universidad madrileña. Todo esto no suma nada, es gratis, pero si Rajoy hubiera colocado a su mujer de la misma manera sería un escándalo mayúsculo y las feministas, los sindicatos y muchos medios de comunicación estarían hablando de puertas giratorias “en paralelo”. Definitivamente si la derecha quiere vivir tranquila debe de hacer lo que la izquierda le diga.

La derecha que quiera la izquierda

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