hay quienes tiene hijos porque realmente quieren tenerlos; otros, porque jugárselo todo a la marcha atrás es demasiado arriesgado. Hay quienes carecen de suerte y se les perfora el preservativo e incluso, quienes alquilan un vientre y se evitan pasar esfuerzos y sudores. Pero ahora también a quien le cae un hijo “por pena”. Así le ha ocurrido a un lucense que tendrá que asumir la paternidad de una menor a la que dio su apellido sabiendo que no era su hija biológica. El hombre conoció en un club de alterne a una mujer, que ya estaba embarazada, y a los pocos meses se fueron a vivir juntos. La relación duró poco tiempo, pero antes de que acabase nació la menor y él la reconoció. “por pena” Siete años después ha querido impugnar su paternidad y la justicia le ha dicho que no, que ya concluyó el plazo para hacerlo. ¡Qué pena que no fuese más veloz!