GOBIERNO CLIENTELAR

Allá por el mes de octubre nacía en Ourense la Asociación de Víctimas do Caciquismo con el gran objetivo de “denunciar as cacicadas dos responsables das Administracións públicas sen discriminación de cores políticas”, que cobra protagonismo ahora tras la marcha del presidente de la Diputación ourensana, un político que gobernó aquella provincia como una república independiente y, por las crónicas que llegan de allí, era el paradigma de actuaciones caciquiles.

La renuncia del patriarca abre la puerta al episodio insólito de la “transmisión hereditaria” a su hijo de la presidencia de la Diputación, como ya ocurrió con la presidencia del partido en la provincia. La sucesión fue preparadas con esmero, de acuerdo con el sentido patrimonial que el veterano político tenía de los cargos y, aunque se revista de formalidades democráticas, representa el prototipo de caciquismo digno de estudio en las facultades de Políticas.

La primera víctima de este modelo de caciquismo es la democracia y después la provincia de Ourense, envejecida y subsidiada, que sigue en la cola del desarrollo, según los indicadores económicos. La política de inversiones, el reparto de subvenciones o la tupida red de tráfico de influencias no contribuyeron a su mejora, ni siquiera para recortar el diferencial con el resto de Galicia.

También son víctimas de las políticas de personal miles de ourensanos. Las convocatorias de plazas “amañadas” para hijos, familiares o amigos de políticos y profesionales cercanos son una indecencia y representan un insulto para los ciudadanos que solo tienen como aval el mérito y el esfuerzo para competir en el mercado laboral.

Dicho esto, conviene precisar que personajes políticos con este perfil, que también abundan por el resto del territorio nacional, nacen y se mantienen allí donde la gente, anestesiada, se siente cómoda con esta forma de gobierno clientelar.

En el “escudo de armas” de la asociación figura la imagen de un jamón, el símbolo por excelencia de tributo al cacique, y seguro que no le es ajena la viñeta de Castelao con la leyenda “E si unha centella matase ó ladrón do cacique, ti que dirías?. Pois eu… diría que morreu de morte natural”. Y presiento que su manual de cabecera es el “Catecismo do Labrego”, de Fr. Marcos da Portela, pseudónimo del ilustre ourensano Lamas Carvajal. Muchas de sus páginas parece que fueron escritas la semana pasada.

 

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