Entre tanto confusionismo en el lenguaje político, es un poquito reconfortante que el Gobierno haya agradecido que el PP haya aceptado finalmente estar en las conversaciones para la recuperación social y económica. E incluso que Abascal haya dicho que está dispuesto a abrir la puerta para pactar con Pedro Sánchez si es en el Congreso, como propone Pablo Casado. Sin descartar, claro, que en el trayecto de esta columna al lector no se desmorone la mejora. A lo peor me paso de optimista, pero me hace cierta ilusión poder escribir alguna vez en estos términos o en este tono. Y si me paso, pues que el lector me perdone. Es casi como agarrarse a un clavo ardiendo, que tampoco es pecado mortal...
Y en paralelo tenemos lo de que Pedro Sánchez desecha las presiones para romper con Podemos, que es lo que le proponía la derecha, y refuerza verbalmente a Pablo Iglesias. Qué raro sería que ocurriera de otro modo, algo que en la derecha ni siquiera habían imaginado. Andarse con estas bobadas, con la que está cayendo, me parece algo de risa, y recuerdo a todos que las risas tienen sus espacios y sus momentos, que no son precisamente estos que ahora tenemo. Lo sorprendente de verdad para mí es tener que decir estas cosas otra vez con la que está cayendo. Tenemos que salir pronto de ésta también para librarnos de la necesidad de andarse con payasadas en circunstancias incompatibles con eso.
Mientras tanto, vamos a prorrogar quince días más, hasta el 11 de mayo, el estado de alarma. Así podremos darle vueltas y meditar profundament sobre la simpar reflexión del presidente Sánchez hace unos días, cuando dijo esa superbrillante frase de que “Europa no debe permitir que los lobos del populismo extiendan sus mensajes de odio”. Bravo por mi tocayo, que hace sus progresos también en maravillosas fraseologías de las que tan necesitados estamos. No íbamos a desaprovechar el estado de alarma para disfrutar de estas maravillas. Mira, si Pedro disfruta o lo cree así, no tengo nada que objetar. Prefiero esto a los disparates que continuamente nos llegan de otras latitudes político-sociológicas. Ejem.
Aunque no os lo creáis, eso de que los niños, a partir del día 27 de abril, puedan salir de su confinamiento un ratito cada día, es un tema muy importante para el debate, pues el asunto tiene aspectos y perfiles de gran importancia que me parece que no han sido captados por nuestros políticos, y vale la pena que lo hagan, ya que los niños es lo mejor que tenemos, incluídos los nietos de cada abuelo. De este debate tenemos que extraer reflexiones y decisiones que nos valgan mucho en el futuro, pues en esta etapa vamos a tener que construir muchas nuevas bases para ese futuro. Pero bueno, así ocurrirá también con todas las edades, aunque la edad de niño sea la mejor.
Y para mayo los expertos prevén la desescalada, que encierra un mundo de ilusiones, aunque la palabra sea feita. Aunque tampoco creo quue haya que especular demasiado con la desescalada, no sea que nos equivoquemos mucho y eso nos cueste disgustos añadidos, Sobre todo, no debemos exagerar ni dramatizar sobre ese creo que cercano momento. Mejor que optemos por unas posiciones sensatas y desprovistas de demasiado dramatismo, que no conduce a ninguna parte. Aquí lo peor es la incertidumbre sobre los tiempos, la duración de las etapas y los contenidos de las mismas. Se recomienda sensatamente algo de lo que yo tengo muy poco: la paciencia, palabra ahora repetida en exceso. Suerte para todos.