LOS alcaldes trivagos entran en éxtasis en cuanto pueden jugar con dispositivos informáticos. Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, disfruta tratando de batir el récord del Congreso en el Candy Crush; a Martiño Noriega le alcuman “2.0” por su desmedida afición a la ciberrealidad; a Jorge “El autócrata” Suárez... qué más da el regidor de Ferrol si el pobre cada día que pasa pinta menos; da igual que se entretenga con consolas que con máquinas de petaco. Pero todos ellos están a punto de caerse del liderato de los videojuegos; les ha salido un competidor temible, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que está dispuesto a legislar a través de las redes sociales; de hecho, casi lo ha intentado cuando el Gobierno decidió fiscalizar las cuentas catalanas para evitar el timo del 1-O. Igual lo hizo para ahorrar y no gastar pasta en el boletín oficial.