¡QUIÉN lo iba a decir hace unos años! Resulta que cuando un españolito se perfumaba las axilas con desodorante en espray para no atufar a los compañeros de trabajo, o, si era sábado por la noche, para embriagar a una mujer a la que previamente habría preguntado “¿estudias o trabajas?” –que por entonces era el primer paso hacia una relación estable–, estaba arruinando la cosecha de castañas de este año. El calor y la poca lluvia, es decir, el cambio climático, han arruinado la temporada, que los productores consideran la peor de los dos últimos veinte años. Casi hubiese sido mejor cheirar un poco allá por lo noventa.