PILLAJE DE 196 PIEZAS

En algún libro de dirección de empresas se contaba la vieja historia de un trabajador sospechoso de robo que todas las tardes, concluida la jornada laboral, salía de la fábrica empujando una carretilla que los guardias inspeccionaban cuidadosamente y nunca encontraban objeto alguno de la empresa… hasta que cayeron en la cuenta de que lo que se llevaba aquel empleado era la carretilla misma.

Es muy sorprendente tanto descuido y abandono del patrimonio municipal coruñés. Ni siquiera existía un inventario oficial de los bienes hasta diciembre de 2011

Yo no sé si esta vieja historia es aplicable al ayuntamiento coruñés –y probablemente a otros ayuntamientos– que fue víctima del pillaje de 196 piezas de su patrimonio en los últimos años sin que se sepa si fueron los funcionarios, los políticos o los visitantes quienes salían cada día de María Pita con su peculiar “carretilla”.

En la lista de objetos “perdidos” hay de todo, desde unos pendientes de oro con brillantes de la patrona de la ciudad y otras joyas, hasta lámparas, candelabros y lienzos de acreditados pintores, como Laxeiro, Sucasas, Seoane o Abelenda. Pero lo que más llama la atención es como pudieron desaparecer del palacio municipal un reloj alemán del siglo XVII de más de dos metros de altura y el despacho de Casares Quiroga compuesto de armario, mesas de escritura y de centro, un sillón, dos sillas y un tresillo. Para retirar y transportar estos objetos ya no es suficiente con la carretilla del cuento sino que se requiere un buen furgón y el autor o autores tuvieron que contar con varios colaboradores necesarios.

También llama mucho la atención que una ciudad que fue capaz de promover la Casa de las Ciencias y la Domus; que revitalizó sus viejos museos y supo cuidar sus bibliotecas y promocionar la cultura, descuidara y abandonara el patrimonio guardado en su palacio municipal hasta el punto de que ni siquiera existía un inventario oficial de los bienes hasta su aprobación en un pleno municipal de diciembre del año pasado.

Un descuido imperdonable porque otras urbes cuidan su patrimonio, donado o adquirido a lo largo del tiempo, y algunas cuentan con un “museo de la ciudad” donde lo guardan y exponen para que los ciudadanos, los verdaderos propietarios, puedan verlo y admirarlo en exposición permanente que complementa las exposiciones de otros museos. En este caso, las piezas que faltan en A Coruña –joyas, cuadros, relojes y mobiliario– fueron arrebatadas a los vecinos, aunque seguro que están adornando otras estancias para goce y deleite de sus propietarios.

Es todo muy raro y sorprendente, pero líbreme Dios de sacar otras conclusiones. Aunque, como decía don José Ortega, “sorprenderse, extrañarse, es empezar a entender”.

PILLAJE DE 196 PIEZAS

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