en la desaforada carrera de bulos y mentiras a la que se ha entregado el separatismo se ha traspasado ya cualquier barrera de mínima decencia y de al menos intentar ya no un grado de veracidad sino, ni siquiera, de verosimilitud. Los mensajes ya solo se dirigen a fanatizar a los ya fanatizados y dar carnaza a quienes la tienen como sustento, aunque sea el victimismo más pedestre.
La más reciente consigna, que solo presagia aún peores delirios, ha sido propalar la infamia de que el Estado amenazaba con un baño de sangre contra la ciudadanía catalana y que fue eso lo que llevó a los separatistas a hacer decaer su fantasmal República. Resulta tan increíble para cualquier razón no abducida como obscena su utilización. Pero ahí está el bulo en pleno funcionamiento.
En realidad lo único que demuestra, si alguien quisiera pensarlo un instante, es que la “esperanza” de los secesionistas era precisamente esa: algo así como la Legión entrando a paso ligero por las Ramblas y la Brunete cercando Barcelona.
La verdad, sin embargo, es que ha sido la Ley, la Constitución a través del artículo 155 y la convocatoria a las urnas, las de verdad y trasparentes, para unas elecciones autonómicas la que les ha dejado desarbolados en argumentos así como la contundente respuesta de la comunidad internacional, encabezada unánimemente por la Unión Europea, y la inseguridad jurídica que su disparate provocó fueron la espoleta de la tremenda sangría de empresas sufrida.
Ahora, carentes de clavo alguno al que agarrarse en lo que ayer proclamaban, se aferran a lo único que les queda y en lo que son consumados maestros, el Agitprop, o sea, a la agitación y propaganda, más estalinista y goobelsiana, la manipulación más absoluta, el apelar a la víscera y recalentar el odio.
En eso están y estaremos hasta el 21 de diciembre y no acabará cuando esa fecha también pase. En esta deriva se me ocurre que cualquier día Puigdemont advierta a Bruselas de que los tercios de Flandes se están agrupando para, al mando por supuesto por supuesto del duque de Alba, lanzarse ferozmente sobre Bélgica. Es más, me extraña incluso que no lo haya sacado ya. Tal vez espere a una nueva visita de los “tíos de la vara” para pregonarlo por todas las televisiones que quieran entrevistarlo.