Lejos de mí desear la muerte a alguien, excepto, quizá, la de algún dictador responsable de innumerables asesinatos, como podría ser Al Assad. Pero alguien en la red expresó tal deseo para Rajoy. Comentado el tema en debate televisivo una tertuliana dijo: “No se puede permitir que alguien desee la muerte de Rajoy”. Me importa una higa que ese señor viva o muera, cuando le toque, como a cualquier otro bicho viviente. Que a uno le caiga mal alguien puede ser causa suficiente para desear su muerte. Recuerdo a un socio del Español que, viendo próximo su fin pidió a un hijo que le hiciera socio del Barsa. -Pero papá, le dijo su vástago, toda tu vida socio del Español, y ahora que estás cascando quieres renunciar y hacerte socio del Barsa ¿por qué? –Hijo mío, le respondió el “periquito” aspirante a fiambre, vale más que se muera un socio del Barsa que uno del Español. Lógica aplastante, desde luego. Señor Rajoy: tome ud. nota.