LA FOTO

Los catalanes, como todo el mundo sabe, son unos malvados. Algunos catalanes, como a todo el mundo le han dicho, son unos malvados. Ciertos catalanes, como todo el mundo supone, son unos malvados. Algún catalán, como todo el mundo quiere, es un malvado por retirar un cartel de Sopalajo Arriérez, o sea, un tipo enroscándose un cazo en la cabeza. Algo que requiere cierto esfuerzo, a juzgar por el rictus del andoba. Hasta ahí todo es confuso. Para un observador imparcial e ignorante de lo que se esconde tras esa fotografía no sería más que otro de los absurdos con los que nos regalan los españoles a diario.
No hace falta bucear mucho para hallar respuestas. La prensa daba cumplida información sobre el hecho: la foto correspondía a un cartel anunciador de la exposición internacional de World Press Photo en Barcelona de un tal José Padilla (para el lego en la materia, torero conocido porque un morlaco le metió un cuerno por el chirimbolo y le vació un ojo), y que el Ayuntamiento descartó para las banderolas promocionales. ¡La foto de un torero! Y otra vez se desataron las hostilidades. He ahí a los malvados catalanes, en su aversión a todo lo español, vetando la imagen de lo que más profundamente representa la esencia de España.
Los españoles, cuando hablan o escriben de toreros se ponen cursis y grandilocuentes (algunos hasta de pasta flora) con el arte, la muerte, la hombría y demás cositas asociadas. Articulistas y columnistas respondieron a la afrenta, ofendidos como si se hubiesen ciscado en su madre. Aquí la metempsícosis, cuando, de lo blandito a lo feroz, trascienden a leonas protegiendo a sus cachorros. Podrían llegar a despedazar al enemigo –porque enemigo es el que no aprecia la tauromaquia– si lo tuviesen a mano. A giro de zarpa.
Como todo el mundo sabe, a los catalanes no les gusta los toros. Como todo el mundo supone, a ciertos catalanes no les gusta los toros. A los que mandan. Y he aquí la foto de un torero. En Cataluña... Los hay que se las buscan... No. Los que la buscan. La provocación en nombre de la libertad de expresión y el arte. ¿Mostrarían artísticamente en el Yemen al profeta dancing cheek to cheek con un babuino? No hay buebos.
Toreros, toros, arte, espectáculo... Como todo el mundo sabe, a los catalanes sí les gusta los toros.Correbous... A ver si nos aclaramos. Para matarlos o correrlos, negocio de mesetarios y mediterráneos. ¿Qué temen los taurinos, si al fin y al cabo lo tienen todo bien atado? A los tribunales europeos no les tembló el pulso a la hora de fallar que se pueda excarcelar a asesinos, criminales y violadores, pero para abolir los toros no hubo buebos. Aún así no pararán, no, de dar la murga.

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