Arráncalo, por Dios

TRATA de arrancarlo, por Dios. Pero no hubo nada que hacer. Irene Montero no llevaba un casco para estrellarlo contra la luna trasera del Tramabús. A Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias se le quedó la misma cara de tonto que a Carlos Sainz cuando se le apagó el coche a quinientos metros de la meta y voló el título mundial. Seiscientos euros de alquiler al día y al segundo ya no se pone en marcha. El de Hazte Oír no falló ni una sola vez y el suyo... El embrague, era el embrague –¡ay, si estuviese por ahí Estela Reynolds–; dos horitas de reparación y otra vez en la carretera. Vaya idea do carallo la del autobús. Le cayeron palos por todas partes en el estreno; no solo del resto de partidos, sino también desde Podemos; fueron los errejonistas, que ya se sabe que son de un morado un tanto desvaído, pero que utilicen las amadas redes sociales para reírse en tu cara... Y al segundo día, el mayor de los ridículos... ¿Y si fuésemos pensando en trabajar un poquito? El circo está muy bien, sobre todo sin animales, pero hay que dedicarle algún tiempo al escaño, ¿no?

Arráncalo, por Dios

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