Los pensionistas españoles llevan acumulando pérdidas en su poder adquisitivo; desde el año 2013 y hasta el presente ejercicio del 2017 la inflación se sitúa en Galicia en el 1,8%. Hay que tener en cuenta que las pensiones asumidas por el colectivo de jubilados de esta comunidad son las segundas más bajas de España. La lista la lideran los vascos y el farolillo rojo está en poder de los extremeños, entre estos y los gallegos apenas hay diferencia en la percepción de su pensión respectiva, pero sí que es notable entre vascos, madrileños, catalanes y algunas otras regiones de un mayor desarrollo económico que lo que representa Galicia debido a su escaso tejido industrial de un modo principal, seguido del comercial y sobre todo la falta de empresas matrices que coticen sus impuestos en Galicia. Para colmo, las pocas que había han desaparecido; unas de manera reciente y otras hace ya algunas décadas y su espacio no fue ocupado con ninguna que hiciese subir las cotizaciones del trabajador gallego, por lo que debido a esta circunstancia el valor de nuestra prestación de jubilación es tan bajo.
La cesta de la compra sube cada vez más y se hace insoportable para el sufrido pensionista de Galicia. Como es sabido, la fórmula para hallar una media es tomar como base una serie de productos y una vez sumados hacer la media. Lo malo que es una fórmula que no casa con la realidad, porque cuando uno pasa por caja con esa lista que hace la media, la cajera de turno no le hace a uno la media, le cobra la subida total de esos productos a precio constante, no sonante.
De modo que los jubilados gallegos llevan acumulando una pérdida del 5%, pero el Gobierno central sigue con su teoría de aumentar solo el 0,25% las míseras pensiones que se cobran, teniendo en cuenta los escandalosos sueldos y gabelas que perciben los políticos por ejercer sus trabajos y muchas veces incluso mal. Que muchas de aquellas no alcanzan siquiera el salario mínimo. Sería deseable que al menos el sufrido jubilado viese incrementada su pensión este año con una revalorización del 2%, para mitigar en parte la pérdida sufrida en años anteriores y por el sacrificado bien de un colectivo que está al borde de la pobreza más absoluta. En muchos casos ya no les permite llegar a fin de mes, ni tampoco alimentarse adecuadamente y menos pensar en adquirir otra cosa que no sea simplemente su propia subsistencia.
Los políticos deben pensar más en la sociedad que les rodea y ver las necesidades de su pueblo. Claro que desde el lugar que ocupan, encerrados en sus despachos, no lo verán jamás, pero tampoco si están enzarzados en otros asuntos que no incumben al pueblo, solo al egoísmo personal de su lucha por pervivir en medio de la política. Los jubilados tienen derecho a una pensión digna y que les ayude a vivir como personas.