Huelgas a lo Robin Hood

Llama la atención que, mientras el mundo laboral ha ido transformándose de una manera increíble a medida que avanzan las nuevas tecnologías, la lucha sindical siga realizándose en los mismos términos que hace más de un siglo. Las huelgas, principal herramienta de presión de los trabajadores frente a la patronal, casi no han cambiado desde los tiempos de la Revolución Industrial. Al menos, hasta el momento, apenas conocíamos un par de ejemplos de huelgas. Por un lado está la de toda la vida, que consiste en dejar de trabajar –salvo los servicios mínimos que se marquen, en caso de que se cumplan– para tratar de forzar a la empresa a negociar, por ejemplo, mejoras salariales en la renovación de un convenio o frenar los despidos. 
A esta modalidad, que podríamos denominar clásica, está la huelga a la japonesa, muy poco utilizada en España, ya que, en lugar de parar de trabajar, se trata de todo lo contrario, trabajar de más. El truco está en que si se producen demasiados productos y se inunda el mercado, el exceso de oferta haría que los precios bajasen, además de generar otros problemas, como el del almacenamiento.  
Pero la innovación parece haber llegado también a la lucha obrera. Los inventores son los franceses, que en esto de hacer huelgas están, al igual que otras muchas cosas, a la vanguardia. Los trabajadores de las compañías eléctricas galas han decidido darle a la huelga Robin Hood, inspirada en el famoso arquero, que se dedicaba a robar a los ricos para luego repartir el botín entre los pobres. El concepto viene siendo el mismo: cortan la luz a los que más tienen mientras facilitan el enganche y la barra libre de watios a los que, previamente, la compañía había cortado el suministro. Con este tipo de acciones pretenden ir calentando el ambiente para la nueva jornada de huelga general que está prevista para el próximo 14 de junio. Entre los afectados se encuentra el presidente, François Hollande, al que le cortaron la luz mientras estaba inaugurando la Ciudad del Vino, en Burdeos. 
La idea con este tipo de actos, según han explicado representantes del sindicato CGT, es hacer cortes selectivos, porque tampoco se trata de que Francia acabe sumida en la oscuridad, y al mismo tiempo conseguir el mayor apoyo social posible para lograr que la huelga general sea un éxito. 
Al empresario que le toque, probablemente no le hará la menor gracia pero es cierto que este tipo de reivindicación es más factible que conecte con la mayoría de la población que esas huelgas brutales que protagonizaron en su día, por ejemplo, los controladores aéreos y que hicieron que sea un colectivo que despierta muy pocas simpatías. Todo sea por el I+D+i aplicado al sindicalismo y por la innovación de la lucha obrera porque en algún momento habrá que evolucionar y dejar atrás el mantra aquel repetido cada 1 de mayo de “si esto non se amaña, caña, caña, caña”. Eso sí, hasta que llegue el sheriff de Nottingham y mande “a parar”. 

Huelgas a lo Robin Hood

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