RASKA-YÚ

Eso de morirse es una de las pocas cosas que no ha cambiado desde que aparecimos los hombres sobre la tierra. En todas las épocas el tema de la muerte ha tenido gran protagonismo religioso y artístico.Durante el siglo XIV, cuando terribles epidemias se expandieron por Europa provocando una gran mortandad, la presencia de la parca se hizo,si cabe, más intensa.Solo hay que ver la cantidad de cuadros y esculturas de la época que la representan en forma de esqueleto y con guadaña. El director sueco Ingmar Bergman, muy preocupado por el tema, nos dejó en su película “El Séptimo Sello” un testimonio cinematográfico extraordinario.
Hasta hace no mucho la gente se moría en su casa, hoy la cosa es distinta pues están los hospitales y los tanatorios. Salvo excepción, cuando uno se muere o está enfermo, apuntando maneras, entra en un sistema bastante bien organizado y discreto. Últimamente a mí me están llamando para que me haga un seguro de “decesos”, supongo que será por la edad. No me molesta más que otras llamadas de teléfono comerciales, pero tampoco me gusta que me vengan con urgencias, sobre todo en tema tan delicado.
No es malo eso de tomarse la muerte con cierto humor, en 1943 se puso de moda en España una cancioncilla que se titulaba Raska-Yú. Se dice que, además de ser un plagio, tuvo problemas con el régimen de Franco, por alguna alusión inconveniente. Menos seguro es que fuese rechazada por su humor negro, casi necrófilo, que banalizaba valores sagrados para la época. La popularidad que alcanzó fue enorme y no había mucho empacho en cantarla, con ocasión o sin ella. Se acababa de salir de una guerra y todos estaban familiarizados con la muerte.
La verdad es que aquel “Rascayú, ¿cuándo mueras que harás tú? Tú serás un cadáver nada más...”, resonaba con macabro sarcasmopara quieneshabían visto tanta muerte violenta. Por suerte para los de mi generación, que habíamos llegado unos años después de que acabara la contienda,la cancioncilla tenía connotaciones mucho menos trágicas. La muerte no es divertida pero es purificadora, tenerla presente ayuda a vivir mejor, aunque parezca mentira, incluso con buen humor.
Conocida es la vieja anécdota atribuida a Muñoz Seca, quien en un último golpe de humor o de pánico, vaya usted a saber,habría dicho a los que le iban a matar en Paracuellos, aquello de que le podían quitar la vida pero no el miedo que tenía. No sé si será verdad, pero de lo que no cabe duda es que el gran escritor supo morir con gallardía. Ni él ni ninguna víctima de aquella guerra fratricida merecen el odio que propaga la famosa memoria histórica; honremos y respetemos a los muertos por encima de rencores y banderías.

RASKA-YÚ

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