El mundo de la radio me ha envuelto a lo largo del medio siglo de vida profesional como periodista. Mis primeros pasos en este apasionante mundo de juntar letras, de hacer noticias y de contárselas a usted como receptor, amigo oyente, en este caso lector de un periódico, se remonta a los años finales de la década de los sesenta. En aquella época el mundo radiofónico era muy limitado y fundamentalmente local, sin repercusiones nacionales, ya que las emisoras no podían acceder a la parcela de la información que era un monopolio de Radio Nacional de España.
Hace unos días he revivido el trabajo desarrollado en los medios sonoros en los que participé y dirigí al conocer el estudio del Eurobarómetro, la herramienta utilizada por la UE para medir el estado de la opinión pública en los países miembros, en el que se señala que la radio es el medio de comunicación que goza de mayor credibilidad entre los ciudadanos. No me extraña, ya que la comunicación sonora es la que se utiliza con mayor asiduidad porque, además de estar puntualmente informados, despierta la imaginación cuando se producen los hechos informativos al mismo tiempo que se puede realizar cualquier otra tarea. El documento de referencia refleja el gran trabajo desarrollado por la radio en este mundo en el que la desinformación y las noticias falsas inundan las redes. En tal sentido debo recordar que a diario cerca de 23 millones de personas escuchan o sintonizan emisoras de radio, lo que reafirma ese gran poder de comunicación que tiene el medio sonoro que es fundamental como el tradicional boca a boca para conocer la actualidad diaria.
Seguiré defendiendo el trabajo y la posición de la radio ante la credibilidad de los usuarios. Pero también soy consciente de que estos usuarios dedican más tiempo seguido a ver la televisión que a escuchar los programas radiofónicos. Sin embargo, los comunicadores de la radio son los más valorados por los que participan en las encuestas, con un 60 % de credibilidad. Esos profesionales que ven como su trabajo, como ocurría en mi caso, tan pronto como nace y sale por las ondas hertzianas se volatiliza. Menos mal que ahora tenemos las webs y las redes sociales para recuperarlo. La credibilidad, en este amplio y proceloso océano de la comunicación en todas sus vertientes, sigue siendo la mejor de las armas de la radio.