Los atestados de la Policía suelen explicar bien los detalles, pero en este caso se echan de menos algunos. Por ejemplo, el detenido le pidió fuego a un agente, o le echó el humo en la cara a un guardia y a este le dio en la nariz que allí había algo mas... Efectivamente, pues el arrestado había robado 300 cajetillas de tabaco en un bar de Lugo. Su abogado sabrá lo que alega en el juicio, pero si anda listo podrá argumentar que el ladrón quería adelgazar, pues en la Universidad de Santiago han identificado el papel terapéutico de la nicotina contra la obesidad. Los puros que fumaba Churchill debían de ser light.