DE REBAJAS

Ahí va una primicia: ya han empezado las rebajas. Aquellos que celebran con más pasión que las fiestas navideñas la llegada del 7 de enero se han quedado sin fecha favorita del año. Se les acabó eso de estar a las diez en la puerta del centro comercial, el calzado cómodo para recorrer cuanta tienda se encuentren, la vista ágil para identificar las gangas sin perder tiempo, la mano rápida para coger las prendas antes que el resto, la tarjeta de crédito resignada a acabar exahusta la jornada. Perdemos las referencias, las tradiciones. No más imágenes de señoras a codazos por los pasillos del Corte Inglés o riadas de orgullosos compradores cargados de bolsas poniendo a prueba la resistencia de sus muñecas.

La crisis que todo lo cambia hace de lo que era un acontecimiento un suceso desvaído, que llega sin hacer ruido pese a estar concebido como una salvación. Los comerciantes dan por perdida la campaña de invierno. Ni las compras de Navidad animan una situación imposible de superar cuando lo único que se predica es la austeridad. Cuando en los bolsillos ya no hay monedas perdidas y las pagas extra son un vago recuerdo. Las rebajas se adelantan en un intento desesperado por llamar a quien puede permitirse hacer hueco en el armario para un vestido nuevo o cambiar ese mueble desportillado del salón.

Una llamada demasiado discreta, sin embargo. De la que la mayoría no se ha enterado. Quizá los anuncios en los escaparates se confunden con los adornos y las luces. Parecen menos llamativos que otros años. Como avergonzados por interrumpir. O será que nos resistimos a acelerar los tiempos. Cada cosa en su momento. Y ahora, es época de comidas en familia, tardes con amigos y películas amables. Las batidas por los comercios corresponden a otra fase. La misma que las matrículas en los gimnasios y en las academias de idiomas. Son la certificación de que comenzamos el nuevo año renovándonos. Y necesitamos un período de adaptación. No se puede pensar en comprarse un modelo de la talla en la que tenemos el firme propósito de caber esta temporada cuando aún estamos saboreando el turrón.

A juzgar por lo que se ve en la calle, los Reyes Magos son casi los únicos que agradecen la iniciativa. Que son muchos los regalos y escaso el presupuesto. Papá Noël se retuerce de envidia. Aunque de seguir así, las próximas navidades no tendrá problema para encontrar juguetes de saldo. Vivan las rebajas de ¿diciembre?.

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