SONIA HIGUERA

Sonia Higuera (Santander 1973), reciente premio Jesús Núñez de Arte Grafico, por la litografía “Padece una deformación en su memoria”, expone actualmente en la Fundación CIEC una obra caracterizada por el mudo y esencial diálogo entre los signos gráficos y el espacio: tintas aladas que se convierten en manchas semejantes a élitros, que transportan flotantes vilanos, que van “De camino”, como reza el título de la muestra, portando lo inasible, lo que se va inevitablemente desdibujando y perdiéndose en el aire, lo mismo que los pensamientos.

No hay nada concreto, pero “Hay más de lo que parece”, según insinúa uno de sus grabados; hay carne desnuda, ya más luz que carne, convertida en página de recuerdo y de olvido, carne herida, “tiempo que se llena de moho” y de gaseosas emanaciones, fragmentos de cuerpos sobre los que ha quedado una marca, una grieta, una oscura señal; textos indecibles que cuentan lo que no puede ser hablado, aquello que fue una vez y que ya es sólo hálito volandero en la inmensidad del espacio.

Hay en toda esta obra una extraña evocación de galaxias, un ensueño de alas imposibles que se abren en la oscura noche, en el sombrío páramo, bajo el rostro atrapado en su circunstancia, en su mundo de emociones; “Vamos a contar mentiras” –dice este mismo rostro, sumergido en el mar de sombras– y lo que se anuncia es una lejanía turbia, con la luz apagándose en el horizonte, con todo el drama en claroscuro rodeándola. Pero está el aire para convertir las penas en mórulas viajeras, en ovulares configuraciones semejantes a pompas de jabón que, ya aligeradas de carga, huyen hacia otros confines; S. higuera los llama “de-formaciones”, dejando constancia así que “vienen de”, que tienen origen, pero también devenir y es este devenir el que los transforma y los lleva más allá de si mismos.

Caprichosamente, como los reflejos o las ondas del agua, atrapan una luz, reflejan una sombra, flotan y se pierden. Así que títulos, como “Viviendo en diferido”, “Un lugar, un momento”, dejan constancia a la vez de lo fácil que es quedar marcado y de lo fugaz de las vivencias, de lo inaprensible del recuerdo, de la fragilidad de la vida. Sonia no parte, para hablarnos de todo ello, del grito, sino de los silencios, de las tácitas tensiones a que nos somete nuestra propia condición de seres humanos; por eso, no es fácil penetrar en los mensajes de su obra escrita en los límites de la piel, en el papel transparente e invisible del alma.

SONIA HIGUERA

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