la mecha de las manifestaciones contra el Gobierno de Pedro Sánchez prendió en mayo con fuerza en el barrio de Salamanca, pero el fuego no ha durado más de un mes. Paradójicamente, las altas temperaturas han acabado con él. Los cientos de madrileños de bien que, envueltos en sus banderas de España, salían cazuela en ristre para clamar contra la gestión del Ejecutivo ahora ocupan las terrazas que se presentan como un oasis en el calor de la capital. En Núñez de Balboa quedan exactamente tres personas que salen a la calle a las nueve cada día para hacerse oír. Dicen que son el último reducto y que, con el tiempo, volverán a sentirse arropados por sus hermanos de lucha. Cuando ya no haga buen tiempo y no haya fútbol, claro. Que, según explican, son los grandes enemigos de su revolución. Que, visto lo visto, tenía más pinta de divertimento para matar el aburrimiento que de causa con la que comprometerse. Pero quién le dice que no a una caña fresquita...