Rebobinando

Como seguimos estando en ningún sitio, tal vez convendría rebobinar un poco para discernir qué nos ha llevado hasta aquí, es decir, a ningún sitio. Si le damos a la moviola, lentificando la imagen, observaremos que cuanto ha sucedido desde las primeras elecciones, las de diciembre del año pasado, se reduce a nada por una sencilla razón: a la regresión económica y de derechos cívicos y sociales ejecutada por el gobierno del Partido Popular al socaire de la crisis financiera, que en buena lógica democrática debería haber obtenido, por su iniquidad, un apabullante y determinante reproche en las urnas, correspondió una fuerza opositora, alternativa, Podemos, también enormemente regresiva, tanto por sus arcaicos postulados políticos, apenas suavizados por la poca edad de sus dirigentes, como por esa compulsión fragmentadora, sectaria, escisionista, tan consustancial a su práctica ideológica.
O dicho de otro modo: la actual situación, éste ningún sitio, éste empate contumaz a pesar de prórrogas y penaltis entre derecha e izquierda, se debe a que en tanto la derecha ha sabido, mediante Ciudadanos, otorgarse una pátina de renovación y vender una supuesta operación de baldeo de su mucho detritus acumulado, enjugando con ello buena parte de lo que perdió por la indignación popular vertida en las urnas, la izquierda no ha podido capitalizar ese descontento, ni erigirse en agente efectivo del cambio político, por haberse dado el grosero intento que ensayó Podemos para arrebatar al PSOE su hegemonía, y que acabó con divorcio total, como no podía ser de otra manera.
Rebobinando, rebobinando, vemos por qué la derecha hoy se frota las manos, saque Rajoy su investidura o nos lleve a esas terceras elecciones que, por hastío y decepción de la mayoría, terminen de apuntalarle y salvarle del destierro político al que se ha hecho acreedor. Para esa derecha, que ha fundado su machacón “agit-prop” en culpar al PSOE de todos los males patrios, así pasados como presentes y futuros, habría sido ideal el triunfo o sorpasso de Podemos sobre sobre el PSOE, pues se habría asegurado una oposición folclórica, inofensiva y fácilmente desmontable, pero no ha tardado mucho en idear su plan B, precisamente el de esas terceras elecciones que supone salvíficas para sus intereses.
La parte buena es que si hay que votar el 25-D, se podrá uno escaquear más de los cuñados, tan visibles en esas fechas.

Rebobinando

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