El concepto es “neutralidad pactada”. El sustantivo descarta el alineamiento (nada de Gobierno de coalición) y el adjetivo nos remite al precio por renunciar al obstruccionismo. Son las claves de la gobernabilidad venidera.
El PSOE tendría muchas dificultades para explicar un eventual apareamiento con el PP para gobernar. Supondría dejar al sistema sin alternativa creíble y convertir a Podemos en primer partido de la oposición. Pero a los dirigentes del centenario partido no les costaría vender su contribución a la estabilidad política en nombre del interés general. Por supuesto, a cambio de concertar con el nuevo Gobierno cuatro o cinco asuntos de Estado que en absoluto limitasen el ejercicio de la oposición.
Es la única forma de romper el nudo gordiano formado con los dos grandes dogales de las urnas del 26-J. Uno, miedo a Podemos, que no cuenta para nadie, porque nadie quiere ver a sus dirigentes a los mandos del Estado. Y otro, la soledad política del PP, que ha ganado sobradamente las elecciones, pero nadie quiere prestarle los escaños necesarios para ganarse matemáticamente la confianza del Parlamento.
No le demos más vueltas. Por razones de aritmética y de política, el único partido que puede romper el nudo gordiano es el PSOE. Romperlo equivale a rescatar al PP de su aislamiento y facilitar la formación de Gobierno. Y no hacerlo supone volver a las urnas por tercera vez ¿Alguien cree seriamente que el PSOE va a cargar con ese sambenito? No el que subscribe.
Pero en política las cosas tienen su tiempo. Todavía no toca que los socialistas salgan del comité federal del sábado anunciando el fin de la interinidad, porque el partido ha decidido abstenerse a favor de una pronta investidura de Rajoy. Eso no va a ocurrir. Antes necesitan que se escenifique la soledad del PP, incluso entre sus partidos afines. Y que solo por interés superior de la sociedad española podrían los socialistas, llegado el caso, abstenerse en una segunda votación al candidato del PP por mayoría simple.
Todo ello a su debido tiempo, se entiende. Y ese tiempo no ha llegado. No toca pero, a mi juicio, tocará. Entre otras cosas, porque la hipótesis de unas terceras elecciones es odiosa y Sánchez la ha rechazado en todos los idiomas. Que se acoja a los beneficios políticos de un Rajoy con dificultades para entenderse con los afines (Ciudadanos, PNV y CDC, básicamente) es de manual.
Así que, de momento, nada ha cambiado en la postura de los socialistas: “No es no” al PP, “ni por activa ni por pasiva”. Casi me atrevo a asegurar que será esa la posición en la sesión de investidura que requiere mayoría absoluta para el candidato. Y cuarenta y horas después, ya por mayoría simple, habrá fumata blanca. O sea, por penaltis y en el ultimo minuto nos libraremos de volver a las urnas.