Ha visto la luz un gran libro que recomiendo: “La victoria nacional”, de Michael Seidman, de editorial Alianza. Se trata de un riguroso trabajo de investigación que demuestra la eficacia contrarrevolucionaria de la Guerra Civil. Como alguno de los lectores sabrá ya, Michael Seidman es un historiador norteamericano conocido por sus volúmenes sobre la Guerra Civil. El libro es ideal para dar a conocer los métodos de supervivencia empleados desde el Frente Nacional. El autor considera sorprendente la victoria de los contrarrevolucionarios. El punto de partida es la Segunda República, incapaz de restablecer el orden tras la Revolución de Asturias.
Es magistral el retrato del Madrid de aquella época que ofrece el autor yanqui: “Los trabajadores comían en hoteles, restaurantes y cafés y luego se iban sin pagar. Sus mujeres, acompañadas de militares armados, iban de “compras proletarias” a tiendas de comestibles y se negaban a pagar la cuenta”. Destaca Seidman las ventajas del bando republicano al comienzo del conflicto, pues controlaba el 60% de la población, el 80% de la industria, territorios que contribuían al 70% del PIB y las dos ciudades más importantes. Todo esto y el fracaso inicial del llamado alzamiento significa que, si no hubieran hecho un uso eficaz de los recursos disponibles, los contrarrevolucionarios españoles no habrían podido triunfar.
Para Seidman el triunfo nacional se debió a su buena organización, al apoyo rural que tuvo por su defensa de la propiedad privada, al funcionamiento de la economía, a la solidez de su moneda, a los impuestos cobrados, a abonar a cuantos proporcionaban suministros y alimentos, a la atención a la tropa a la hora de pagarla y alimentarla…
Por ejemplo, en Navidades, los soldados rasos recibían un regalo a base de galletas, queso, caramelos, coñac, tabaco… Y las mujeres de Frentes y Hospitales, a través del servicio “El tabaco del soldado”, recaudaban éste para los soldados heridos.