De la inmoralidad pública

Los juicios seguidos contra los acusados de los casos Gürtel y tarjetas black desvelan la cara más grave de la corrupción, pues en ellas coinciden el descaro de personas habituadas a la impunidad, la mala práctica organizada casi a la luz del día, la cobertura política y el saqueo del dinero público. Un elemento sobrevenido multiplica el malestar social por estos casos de inmoralidad en la vida pública. Hablo de las razones usadas por quienes fueron pillados en falta. La mayoría de ellos, empezando por el PP, han seguido buscado la impunidad por reprobación técnica de los métodos utilizados para obtener las pruebas incriminatorias. Bochornoso. Pero la gente lo ha percibido como una burda utilización de las garantías procesales para tapar la miseria moral de sus comportamientos.
Sostengo que los fundadores de Podemos son los que se sientan en el banquillo de los acusados por estos dos escándalos. Están en el origen de la ira canalizada por el populismo del partido de Iglesias, así como en el engorde de su posterior facturación en las urnas. Así es como la cara más obscena de la corrupción impulsó el salto del populismo a la política nacional. El asiento del partido de Iglesias en la vida pública es ya una realidad. Los hechos vienen trenzados hasta el punto de que no hacer inverosímil esa conexión entre corrupción pública, malestar social, irrupción del populismo. De hecho, a uno le produce la misma perplejidad la referencia al impago de impuestos como muestra de talento, en boca del del candidato a la Casa Blanca, Donald Trump, que el obsceno argumento utilizado por Miguel Blesa de que las tarjetas black en realidad era una forma de “dignificar” la retribución de sus consejeros. Manda huevos, que diría Trillo

De la inmoralidad pública

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