Justicia medieval

La condena a un joven de Jaén por colgar en redes sociales un fotomontaje de un Cristo con su propia cara, pone de manifiesto lo peor de nuestro sistema penal. La regresión sufrida en los últimos años, con la introducción de tipos penales abiertos y de claro componente de subjetividad, como los de ofensa a los sentimientos religiosos, ha producido situaciones impropias de una sociedad democrática sana. Desde concejales imputados por carteles de carnaval, pasando por manifestaciones públicas de discrepancia con valores religiosos o éste último y vergonzoso episodio de Jaén. La libertad de expresión está en peligro, y no por rebasar las líneas de respeto al honor de las personas, sino por expresiones referidas a figuras públicas, monumentos o iconos que no son más que representaciones figuradas de algún personaje histórico o actual. ¿Quién puede sostener seriamente que al poner su cara sobre una figura de un Cristo, cuya auténtico rostro nadie conoce, por otro lado, aquél joven atentó contra los sentimientos religiosos ajenos? ¿Es que su cara es menos digna que otra cualquiera? Incomprensible y un daño terrible a la institución judicial.

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