Deuda española

i a uno le cuentan que España es el segundo país más endeudado del mundo detrás de los Estados Unidos, es posible que no se lo crea, pero es cierto, la única diferencia es que los estadounidenses pueden permitírselo, nosotros no. La deuda española alcanzaba a finales del año 2018 más del billón ciento setenta mil millones de euros, hoy en día a la altura del año, es posible que se halla rebasado con creces esa cifra, pasando ahora del billón doscientos mil millones, lo cual quiere decir que a cada español le toca pagar casi 26 mil euros por cabeza.
Lo que supone el 98,7% del PIB, obligando a tomar serias medidas de ajustes presupuestarios, ya que sí, los intereses de la deuda repuntan, esta será imposible pagarla, al resultar insoportable. España ha perdido en el camino unos jugosos años de bonanza económica para reducir la deuda, ahora se presenta complicado por la más que posible desaceleración económica, en los mercados mundiales se empiezan a notar desajustes que pueden acabar en recesión. Nuestro país, no será una excepción y desde hace algún tiempo con un gabinete de gobierno en funciones, lo que hace correr el tiempo en contra de los intereses económicos de la nación, debido a que no se toman las medidas adecuadas y se hacen los ajustes precisos, al carecer de gobierno estable.
Desde hace un tiempo el presidente en funciones, viene hablando de una propuesta denominada “progresiva, ambiciosa y transformadora” de la que nadie conoce, ni se sabe a lo que se refiere, pero según el mismo, pide al resto de las fuerzas políticas “alturas de miras y responsabilidad”. Lo cierto es que lo lleva ofreciendo desde hace algunos meses y siempre es la misma cantinela. Lo que ha cambiado desde las última elecciones de abril, es la propia situación económica española y sobre todo la internacional y no precisamente para bien.
La mayor parte de los indicadores económicos se hayan en desaceleración, entre los cuales está el crecimiento económico, la creación de empleo, el consumo energético (en un precio sin control) la venta de vehículos y la confianza del consumidor, entre otros. Por lo que el país afronta este problema en un contexto de franco deterioro de una economía debilitada, según el informe del Fondo Monetario Internacional.
El problema es que si el presidente español busca solo su apoyo en Podemos el fracaso económico puede ser de órdago y el político incontestable, las consecuencias sobre nuestra economía serían catastróficas, sin un apoyo más liberal que pueda sostener la mejora productiva y su competitividad, solo con el apoyo de la formación citada, no es suficiente y pondría la duda sin margen de maniobra, cuyas consecuencias no se pueden calcular ni predecir. 
Nuestra deuda se redujo desde el año 2015, en apenas dos puntos porcentuales y eso en el periodo de fuerte crecimiento, ahora que se inicia el de las vacas flacas, es para echarse a temblar. Si las reformas tomadas en la pasada crisis, propiciaron un mejor clima de inversión, ahora en la cuesta abajo, la deuda puede batir todas las marcas, pero el mercado de trabajo no lo tiene mucho mejor. La situación no es cómoda para este gobierno en funciones, ni tampoco para el que le sustituya.

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