Ante el fracaso de las conversaciones para formar gobierno, Rivera ha rescatado la idea del Ejecutivo presidido por un independiente. Es un último intento para evitar la repetición de las elecciones y como tal hay que tomarlo, pero a sabiendas de que no va a prosperar. Afortunadamente. ¿Por qué? Porque la cooptación al poder de personas que no se han pasando por las urnas, es una anomalía democrática. La supuesta condición de independientes no es tal. Todo el mundo tiene ideología. Y cuando de algún experto se proclama su condición de tecnócrata se está diciendo todo en orden a sus ideas. Así que esté en su mano pondrá la política al servicio de la economía y no al revés. Los partidarios de este tipo de salidas a períodos de bloqueo institucional suelen poner el ejemplo de Italia. De cuando Monti fue elegido para presidir el Consejo de Ministros tras la dimisión de Berlusconi.
La elección de Monti fue la respuesta al bloqueo político, la corrupción y el descrédito en el que había dejado como herencia Berlusconi. Nada que ver con nuestro caso, porque en España lo que ha pasado no ha sido otra cosa que la escenificación de las dificultades para pactar no entre los líderes políticos. Demasiados egos y escasa falta de sentido de Estado. Visto los resultados, habría sido suficiente con que Rajoy hubiera dado paso a otro líder al frente de su partido para que el PP hubiera podido pactar con Ciudadanos y conseguir el apoyo del PNV y varios diputados canarios. Fracasados los intentos de sumar a Podemos al pacto logrado entre el PSOE y Ciudadanos, si Sánchez hubiera hecho lo propio, habría sido posible formar una coalición entre los partidos constitucionalistas. La salida al bloqueo no puede venir del cielo, por cooptación. La salida hay que buscarla en las urnas.