La Crida nace cargándose la democracia interna

HABLAR de la fundación de Convergencia Democrática de Catalunya es casi, casi, como retrotraerse a la noche de los tiempos; corría 1974 y, por lo tanto, aún estaba vivo Franco. Por allí ya andaba don Pujolone, que tomó el mando y ya no lo soltó. Incluso succionó a la Unió Democrática de Catalunya de Durán Lleida para formar CiU. El negocio, pujante durante muchos años –el 3% era un vigorizante inigualable–, empezó a dar tumbos cuando cayó en manos de Puigdemont y acabó cerrando por derribo. Renació como Partit Democrático de Catalunya y ahora se ha transformado en la Crida, que ayer mismo salió del paritorio. El prófugo sigue al frente y ha demostrado que ahí va a mangonear él y solo él. En la web de la formación ni se habilitó un espacio para que se presentase una lista alternativa. Eso es democracia, sí, señor o senyor.

La Crida nace cargándose la democracia interna

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