A la parlamentaria Paula Quinteiro le gustan las malas compañías y no porque esté inscrita en Podemos, que cada uno tiene las perversiones que le peta, sino porque le gusta disfrutar de la noche santiaguesa con unos colegas que se entretienen rompiendo los retrovisores de los coches y golpeando el mobiliario urbano. El ya octogenario Beiras dijo hace unos días que no se puede “luchar contra la casta si hay casta dentro” y ella se comportó como auténtica casta. Mientras sus compañeros de troula gritaban “Policía, hijos de puta” a la patrulla que trataba de identificarlos, ella se interpuso entre los agentes y el vándalo, blandió su acreditación de diputada y se armó de razón: “¿Qué hacéis? Yo soy diputada y estáis interfiriendo en mi labor parlamentaria”. A lo mejor se trataba de un pleno un poco extraño de más sobre el vandalismo nocturno y entonces tendría toda la razón, pero su comportamiento recuerda más bien al tan castoso “Usted no sabe con quién está hablando”. Que vergoña, neniña.