Los chococrispis estaban cargados de picante

DE Albert Rivera, el político antes conocido como Adolfo Suárez, se sabe que alguna vez se pasa con los chococrispis del desayuno y en vez de salir a la calle dispuesto a repartir y recibir abrazos, jura en arameo –dice jolín y pardiez, que tampoco hay que pasarse– a la menor contrariedad. Pero lo de ayer fue algo más que una cuestión de sobredosis; alguien debió de echarle pimienta, porque cuando media España disfrutaba del aperitivo le largó un trompazo monumental a Pablo Casado. El anuncio de que el expresidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido, cuya candidatura estaba cerrada por el PP como número 4 para la europeas, se “transfugaba” a Ciudadanos para ocupar el decimotercer puesto de la lista, dinamitó la campaña pepera. Se ve que no era el Día Internacional del Abrazo, creación personal del líder alaranxado.

Los chococrispis estaban cargados de picante

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