¿Continuismo? Pues claro

Resulta curioso comprobar cómo tras cada discurso de investidura y tras cada cambio de Gobierno, cuando repite el partido que ya estaba en el poder, renace una palabra que esgrime la oposición sea esta la que sea, tanto en el PSOE como en el PP. La palabra, que camina entre el desprecio, el imposible desengaño y el tópico, es “continuismo” en todas variantes: un discurso continuista, un gobierno de continuidad etc. 
Pues claro. ¿Acaso la oposición que sea espera otra cosa? Los gobiernos del mismo color se suceden sin apenas retoques porque creen que lo están haciendo bien, que estaban en el buen camino y que hay que seguir por esa senda. Cuando UCD, la cosa tenía más morbo porque eran tantas las familias aglutinadas tras esas siglas y en unos tiempos tan turbulentos, que siempre se trataba de ver hacia donde soplaba el viento de los cambios.
Luego se asentó el bipartidismo y no hubo más. Si no había mayoría absoluta, era fácil hacer pactos con partidos pequeños que se prestaban a poco a cambio de mucho y así hicimos gran parte del camino democrático de este país. Todo era más o menos previsible y daba igual “quemar” en algún tema concreto a un ministro porque siempre había otro de repuesto con el mismo perfil. Hasta que llegó ZP.
Llegó José Luis Rodríguez Zapatero y no se sabe muy bien por qué pero todo cambió. El nuevo presidente debió sentirse llamado/elegido por la gran Historia y empezó a formar gabinetes por lo menos pintorescos que daban muy bien en las fotos pero no tanto en los ministerios. 
Tampoco aquello era un problema porque ZP lo que quería en realidad era una consejo de subsecretarios en el que él ocupaba todas las carteras. Hubo excepciones, claro, pero terminaron tirando la toalla. 
Y lo mismo pasó con dialéctica posible entre Ferraz y Moncloa: sencillamente desapareció laminada por el presidente del talante y contador de nubes. Y es ahí donde los estudiosos tendrían que investigar para entender lo que ahora está pasando en el PSOE.
Pero a lo que vamos. El “nuevo” Gobierno de Rajoy es continuista, es calculadamente continuista, y vocacionalmente continuista. Y esto, que la oposición propone como un mal, a Rajoy le parece lo mejor del mundo. 
No hay sorpresas porque ya dijo que no las iba a haber y que no pensaba cambiar “lo que va bien” -según él- necesite o no del apoyo de otros. El límite de lo que Rajoy entiende como como concesión debe estar en la supresión de la reválida de la LOMCE, pero no creo que vaya mucho más allá.
¿Será capaz de llegar a acuerdos con estas premisas o nos veremos dentro de muy poco de nuevo ante la urnas? Personalmente creo que la legislatura no va a durar mucho, lo justo para que el PSOE salga de su laberinto y sea capaz de ilusionar con el nunca explicado gobierno de progreso. 
Lo bueno que tiene Rajoy es la coartada de Bruselas que se pasa el día amenazando. Lo complicado que tiene el PSOE es -además de su propia reconstrucción- explicar cómo se puede conciliar la derogación de los ajustes con lo que nos demandan en Europa y mucho más visto lo ocurrido en Grecia de la que ya no habla ni Podemos.

¿Continuismo? Pues claro

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