Siempre se dice que después de unas elecciones nunca hay perdedores. Mirando los discursos de todos los candidatos siempre hay algo positivo que rescatar, siempre se pueden hacer malabarismos matemáticos para intentar hacer una buena valoración de los resultados cosechados. Y esto por supuesto que se puede aplicar a lo que este pasado domingo ha sucedido con las autonómicas de Cataluña. Mirando lo que dicen unos y otros se podría sacar la conclusión de que los resultados han dejado satisfechos a todos los actores de este culebrón en que se ha convertido la política catalana en los últimos años. Bueno, todos no, que Unió ha tenido el buen “seny” de reconocer que han fracasado y es que tampoco podían decir mucho más después de quedarse fuera del Parlament por primera vez desde su fundación.
El caso es que los independentistas están contentos porque han logrado una mayoría de escaños en el Parlament y aseguran estar legitimados por la mayoría de la ciudadanía para seguir adelante con el proceso. Y los unionistas por su parte estallaron de alborozo al comprobar que los que se han posicionado claramente a favor de la independencia no han logrado llegar al 50% de los votos emitidos, lo que según su visión significa que la mayoría no quiere salirse de España. Dos visiones radicalmente diferentes de un mismo resultado.
Junts pel sí y las CUP han perdido porque su objetivo era lograr superar el 50% de votos a favor de unas candidaturas que explicitaban claramente en sus programas que abogarían por la independencia. Se han quedado a las puertas. No es ni mucho menos un fracaso, pero está lejos del resultado que esperaban. Y han perdido el PSC y PP, que han visto como su representación perdía peso en el Parlament. Tampoco le ha ido mejor al conglomerado de Catalunya si que es pot, con un Podemos que va perdiendo fuerza con el paso del tiempo. Y Ciudadanos a pesar de ser segunda fuerza política ve como este histórico resultado puede no servirle para meter mano en el gobierno ante una más que hipotética alianza entre los independentistas.
¿Qué ha pasado al final? Una pregunta muy sencilla, pero no tan fácil de responder. Todos han ganado o todos han perdido dependiendo del cristal con el que se mire. Lo único que está claro es que nada está tan claro. Lo único cierto es que las cosas no van a poder seguir como hasta ahora.