El imponderable “tempo” político de Mariano Rajoy

parece evidente que el futuro de Cifuentes está en manos de Mariano Rajoy, pues los dirigentes del PP le piden que detenga la “hemorragia de desprestigio”. Mientras Rivera, delfín y niño bueno de la derecha española, aguarda nueva carnaza con el cuchillo entre los dientes, a la caza del siguiente cadáver político en el partido que él está llamado a jubilar para sustituirlo por sus propias siglas, los varones del PP urgen a su líder para que ponga coto cuanto antes a una situación insostenible.
El Cifuentes gate se ha salido de madre, hablando en plata, y va camino de convertirse en el “peor fuego amigo” en la historia del Partido Popular, provocando una alarmante pérdida de votos en la capital del reino y a nivel nacional que quizá sea irrecuperable.
Así que la pelota, una vez más, ha ido a parar al tejado del señor Mariano Rajoy, el gallego imperturbable e impasible que no se caracteriza precisamente por apresurarse en tomar medidas y menos aún si han de ser disciplinarias.
Por otra parte Cristina Cifuentes ha demostrado con creces la solidez de su postura personal, que no pretende cambiar aunque llueve o truene. Se ha enrocado en su defensa numantina, con obstinación ciega y pasión femenina, quizá tomándose como una afrenta personal inadmisible aceptar que en el pasado se equivocó y que no es una política intachable como nos ha vendido en el pasado y pretende seguir haciéndolo ahora, contra viento y marea. Sin embargo el paso atrás de la presidenta de la Comunidad de Madrid sigue contando con la visceral oposición de un firme reducto de dirigentes populares que no están dispuestos, bajo ningún concepto, a claudicar por enésima vez ante el justiciero Rivera y sus vampíricas exigencias.
En cuanto al factible reemplazo institucional en el mapa político de la Comunidad de Madrid, el ascenso al poder de Gabilondo, la opción socialista, que podría contar con los apoyos necesarios, aún se presenta turbia, entre otras cosas porque Podemos no se muestra muy entusiasmado con la idea y vendería a precio de oro su hipotética alianza.
Lo cierto es que este asunto ha puesto en el candelero con vívido entusiasmo una polémica ya vieja y aun así renovada con pujantes matices cada vez que sale a la palestra un nuevo escándalo.
La polémica podría resumirse en esta pregunta: ¿Deberían los dirigentes políticos ajustarse a un código de conducta intachable tanto en el desempeño de sus funciones públicas como en su vida privada presente y pretérita?
En cualquier caso no es a nosotros a quien nos toca decidir en esta última entrega de nuestra patria interminable historia de corruptelas políticas varias, muy humana y transversal, que empieza a convertirse en un producto nacional estrechamente ligado a la marca España, como el aceite de oliva virgen extra, sino al siempre imponderable Rajoy, que vive en una realidad espacio-temporal propia.

El imponderable “tempo” político de Mariano Rajoy

Te puede interesar