El Gobierno reconoce ya que la cifra de fallecidos por coronavirus en España supera los 20.000. Otros recuentos hablan de que el número de muertos puede ser incluso el doble. Sin entrar en el detalle de si el modo de contabilizar las víctimas es el más idóneo, la realidad es que estamos ante una tragedia de dimensiones épicas y de la que, por desgracia, todavía tardaremos un tiempo en salir. Y cada vez son más los que solicitan un gesto por parte del Estado hacia todas esas víctimas, un respeto institucional para ellos y para sus familias, que ni tan siquiera pudieron despedirse de ellos. Es cierto que una bandera a media asta, unas corbatas negras o unos crespones no salvarán la vida a nadie ni acelerarán la llegada de la victoria contra la pandemia, pero, para muchos, les daría un refuerzo anímico que la sociedad entera necesita después de más de un mes encerrados en nuestras casas, viviendo con miedo a un contagio y sufriendo por esos familiares con los que no se puede estar.