Ni el concierto de los años 80 que sirvió para abrir las Fiestas de Ferrol el pasado viernes, ni el celebrado en la noche del sábado por Mónica Naranjo, dejaron rastro alguno de desmedida en la plaza de España, recién arbolada y ajardinada. Tal circunstancia invita a pensar que ganamos en civismo y, en consecuencia, que la calidad moral de todos los ciudadanos rota a comportamientos que implican el respeto por nuestro patrimonio público. Los fantasmas del vandalismo reinaron por su ausencia, pese a ser moneda habitual en el día a día, como se suele apreciar en muchos puntos del municipio.