DIEZMOS Y PRIMICIAS

Nos alertan desde los periódicos: “Es inaceptable que la asignatura de Religión cuestione la evidencia científica”, editorializan unos. “Los alumnos serán evaluados de comprensión del origen divino del cosmos”, apostillan otros y “apuntan” en las tertulias televisivas que “nos devuelven al fuero de 1945, a la España que llevaba bajo palio al dictador”.
Y es que, como dijo el profesor Barreiro, politólogo y exseminarista, hemos estado de bandazo en bandazo: laica en la República, confesional y piadosa en la dictadura, aconfesional con ZP, favorecida con Aznar y, no nos engañemos, cada vez más alejada de los ciudadanos.
Algunos sacerdotes, muchos cristianos de base y miles de ciudadanos laicos piden a la jerarquía de la iglesia española más catequesis que docencia, más practicantes convencidos que asistentes aburridos. Nadie duda de la dimensión religiosa de la cultura; de la larga trayectoria –que dejó un indudable poso– de la sociedad en torno a los valores cristianos, pero muchos piensan que la confusión entre la política y la curia; la falta de un mensaje de perdón y solidaridad, en lugar de insistir en el castigo, olvidan que Jesús perdonó a las adulteras y las prostitutas y flageló a estraperlistas y mercaderes.
Curiosamente, cuando se ponía en marcha Educación para la ciudadanía como una alternativa a las clases de religión, parecía excluirse a los alumnos de religión de todo valor cívico, lo que era extraño e injusto…Hay que ser respetuosos con los valores cristianos, naturalmente, pero no se puede usar el BOE para signar que “se reconoce el esfuerzo y el origen divino del cosmos y hay que distinguir que no proviene del caos o el azar”. De ahí que muchos científicos, filósofos, docentes y expertos en Religión creen que es un error, bastante increíble a estas alturas, seguir recurriendo a los misterios inexplicados para concederles un origen divino.
El asunto llegó ya al Congreso, donde los partidos de la oposición han pedido explicaciones al Gobierno. Sin duda no es ajeno a todo este problema, a esta diversidad de opiniones si prefieren, la existencia de una asignatura confesional organizada desde la iglesia (el obispado elige los profesores y los paga el Estado) que entra en conflicto con valores ya instalados en la sociedad civil. Es una anomalía llevar a la escuela el adoctrinamiento de una confesión por mucho que sea la principal de las que existen.

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