ENRIQUE SANTÍN

En estos días en que todavía se nota el vacío dejado por la desaparición física de Manuel Fraga Iribarne, acaso sea el momento de recordar –al menos, parcialmente- la figura, felizmente viva, de otro lucense de excepción, Enrique Santín Díaz, actual presidente de la compañía de limpieza, a escala nacional, Cliner, SA y hombre que, cuando Fraga fue ministro de Información y Turismo, desempeñó la función de delegado provincial de dicha cartera en La Coruña.

Enrique Santín pertenece a una familia de deportistas que brillaron y por lo que respecta a su vida profesional, Santín es un ilustre abogado con una vida relevante en los terrenos político y profesional. Días atrás, Santín publicó, a sus 87 pimpantes años, un artículo memorable en “El Progreso” de Lugo, que lleva por título “Nuevos perfiles del alma gallega”, continuación de otro, también extraordinario, en el que Santín, en su “Radiografía del alma gallega”, diseccionaba algunos de los aspectos singulares de nuestra idiosincrasia.

Saber escuchar, apostilla Santín, es darle la razón a la naturaleza que nos dotó de dos oídos y una sola boca

En el artículo que ahora nos ocupa, Santín se refiere a la poliédrica composición de escepticismo, pragmático y especial dependencia de la tierra como principales pinceladas a nuestra personalidad psicológica. En un estilo periodístico apasionante, nuestro paisano afirma que “como o Miño o noso pobo na terra onde nace quer morrer”.

Va más lejos, cuando dice que el gallego es, en general, tímido y retraído. No suele ser parlanchín ni dicharachero. Sabedor de que “por la boca muere el pez”, escucha más que habla. Saber escuchar, apostilla Santín, es darle la razón a la naturaleza que no en vano nos dotó de dos oídos y una sola boca.

Irónico, elegante en el decir y predicando siempre con el ejemplo. Santín, desde su presidencia de gallegos-lucenses ilustres en su Lugo natal, ve pasar, feliz, sus ya largos días de existencia, con una salud de roble y una claridad intelectual envidiable, recordando sus inmensas colaboraciones con Fraga y desde el ministerio de su envidiable longevidad, dando ejemplo de gallego cabal y siempre amigo de sus amigos e incurable amante de su Galicia meiga.

ENRIQUE SANTÍN

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