España es país abucheador. Se juntan unos cuantos y son capaces de querer hundir un estadio silbando al himno nacional, valiente necedad. Los líderes políticos saben cuándo los suyos, en un mítin, aplauden determinadas entonaciones y abroncan menciones al contrario. Sal gorda. A quien suscribe, gentes a las que no conoce y que le reconocen por la calle le piden “dales caña”. “¿A quién?”, les pregunto. “A todos”, me dicen, pero yo sé que se refieren más bien a unos que a otros. Viene esto hoy a cuento por Manuela Carmena, la peculiarísima alcaldesa de Madrid.
Si me atreviese, diría que soy un fan de Carmena. Pero ha cometido tantos errores que a veces me da reparo confesarlo. Dije la otra noche en una radio que considero que, en materia de lucha antiterrorista, Carmena está en mi bando (más bien, yo en el suyo) y me abrumaron los tuiteros que todo lo entienden literalmente (o no entienden nada), acusándome de mil barbaridades. A Carmena, que se equivocó no colocando a Miguel Ángel Blanco, nuestro héroe, en el frontispicio del Ayuntamiento madrileño, los energúmenos le han dicho de todo. Proterarra. Yo qué sé. De nada ha servido que rectificase y fuera a la manifestación del PP recordando a Blanco, ese PP que ha pasado muchos días calentando el anticarmenismo. Algunos ‘peperos’ que van mucho más allá de lo que el PP, en su cúpula, dice, abuchearon a la alcaldesa madrileña cuando fue al terreno de los ‘populares’ para conmemorar, con ellos, el tristísimo aniversario del asesinato de Miguel Angel Blanco.
Y es que algunos quieren patrimonializar a Blanco. Como si solamente hubiese sido militante del PP, y no una víctima de ETA que a todos nos pertenece como uno de nuestros héroes, nos situemos políticamente donde nos situemos. Me consta la incomodidad de algunos dirigentes ‘populares’ ante el inoportuno abucheo de gentes que quieren seguir dividiendo a España en dos o más. “Os equivocáis abucheando a la alcaldesa”, decía alguien desde el micrófono de la manifestación que recordaba a Blanco. Pero los energúmenos seguían. Quizá Carmena, que humildemente había rectificado sobre su error inicial, a esas alturas ya no entendía nada.
Yo tampoco lo entiendo. ¿Es esa la lucha política que queremos? Pues yo me bajo y que los del odio permanente abucheen a su abuela.