Soka (cuerda)

En el Rosalía, ciclo principal, debut de Coproducción del Teatro Victoria Eugenia y Tanttaka Teatro con “Soka (cuerda)”. Dos representaciones con buenos aforos. Dirección lírica y psicológica de Fernando Bernués. Escenario vacío limitado con telones negros. Cuatro sillas. Un gran aro cenital del que desciende una larga soga. Argumento obsesivo. Pavoroso. El miedo servido como mercancía. Los sustos como acicates de conocimiento. Un profesor de gimnasia encuentra el cuerpo de un alumno suyo de once años que se ha ahorcado con la cuerda de adiestramiento. Quienes rodean al profesor Igor – alumnos, padres y profesores– lo consideran culpable indirecto de lo ocurrido.
Ópera prima diseñada por brillante iluminación, banda sonora y proyecciones. Acaso se abusa de reiteración de oscuros y primeros planos de cara y cuerdas. Un texto que analiza a todos los niños y niñas que han sufrido y sufren acoso escolar de sus condiscípulos y abusos familiares traduciéndose en un problema preocupante por su cruel actualidad.
De pequeño sentí miedo. Ignoro si nacía de los cuentos de lareira narrados por personas mayores o de mí mismo como reflexión al enfrentarme al terror –maullido estridente de un gato, ladridos de perro, aguaceros, viento quejumbroso– cuando tenía que desplazarme a las habitaciones superiores. Para alejarlo cantaba o hablaba a gritos. Es difícil saber dónde se origina la culpa de Igor –su inocencia jurídico penal– y la responsabilidad extendida cual mancha ética en la conciencia ciudadana. 
Iñaki Rikarte defiende el monólogo con fluidez expositiva, gestualidad y concisión dramática. Sin aspavientos. Convencido de su rol espiritual y compromiso de entregarlo al público para que extraiga consecuencias. Éxito. Congratulaciones. Vino y roas a todos los integrantes del elenco: vestuario, imágenes, coordinación técnica, diseño gráfico, tramoyistas y fotografía.

 

 

Soka (cuerda)

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