Oriol Aribau (Barcelona, 1984), del que la galería Vilaseco ofrece la muestra About the abscence, se formó en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona y se especializó en escultura orientada al urbanismo, más tarde investigó en las aplicaciones, a tal efecto, de la porcelana y la cerámica, en Limoges y en China. Pero el protagonismo de su exposición actual reside en un singular juego de pequeñas formas de geometría irregular que dialogan con la inmensidad del espacio, de ahí quizá el título de “ alrededor de la ausencia”; porque, efectivamente, las figuras, ya diseminadas por un vacío blanco o por un vacío negro, frente al que miden su pequeñez, parecen querer hablar de las distancias enormes que las separan y de la soledad que las rodea.
No hay aquí concesión alguna a la gozosa recreación o a la exuberancia, sino sólo soledad y silencio; un silencio que se acentúa en los cuadros que tienen fondo negro y que bien podrían llevarnos a los vértigos espaciales de la materia oscura, pero también nos aproximan a ese otro vértigo de nuestro insondable interior, ese que Jung llamó “ la sombra”. Así, pues, según nuestro criterio, su obra ofrece varias lecturas: la primera, es la de la resolución estética, para la cual ( quizá influido por la sensibilidad oriental) eligió exclusivamente el papel y la tinta, (en su versión de gouache), utilizando texturas lisas y mate en el acabado y el puro contraste de blanco y negro; ya poniendo figuras negras sobre fondo blanco; ya dibujando sobre el fondo negro figuras aún más negras, lo cual acentúa la sensación de oscuridad y de sombra.
Es evidente que esta elección tan sobria tiene ciertas deudas con el suprematismo de Malevich y su afán de alcanzar la “ pura an-objetualidad”, que es tanto como la sustancia absoluta o el espíritu puro ; pero quizá también tenga relación con el maravilloso ensayo que Junichiro Tanizaki escribió en 1933: “El elogio de la sombra”, a la que hace el más poderoso aliado de la belleza.
Realmente, añadimos nosotros, sin la sombra la luz sería sólo puro resplandor y nada podríamos ver; así que el claroscuro, en todas su gradaciones, como ya supieron muy bien los maestros del Barroco, es el mejor aliado de la visión y, por lo tanto, del arte. Pero, cuando es negro sobre negro o sombra sobre sombra lo que encontramos, como en las obras que titula “ Black Field” o campo negro, hay que ir más allá de la percepción normal, para penetrar en los territorios de lo invisible, de lo escondido, hay que profundizar en la noche espesa para poder levantar el velo que cubre el ser y descubrir que aún ahí emergen, como diminutos azabaches, perdidas y solitarias geometrías. De todo lo dicho, se deduce que hay también una lectura simbólica (de hecho toda representación es símbolo, salvo aquella que se limita a copiar la realidad) y que los cuadros son las páginas sobre las cuales Oriol Aribau deja su código de personales signos y su particular escritura