Se va de las manos

la muerte lo cambia todo. Si hace unas semanas reflexionaba en mi columna de este diario sobre la intranscendencia pública de los actuales conflictos sanitarios al circunscribirse a asuntos corporativos dentro del reino de taifas sanitario, el fallecimiento de dos pacientes en el servicio de urgencias del Clínico de Santiago, fuera como fuese, aumenta a tres los casos acaecidos dentro del área compostelana en un corto espacio de tiempo y pueden ser un punto de inflexión del conflicto. De poco sirven ya las comisiones profesionales creadas a mayor gloria de la Xunta.
Hasta ahora, los trabajadores de las urgencias hospitalarias de Santiago participaban en una huelga imposible al decretarse, dicen, el 100% de servicios mínimos, transformándose en una protesta diaria para mejorar las condiciones laborales y aumentar la plantilla del servicio.
Y no salgo de mi perplejidad al ver que la huelga es contestada por jefes de los servicios médicos del Hospital, poniendo en entredicho a sus compañeros huelguistas, ausentes los sindicatos de clase del debate.
Eso sí, me pregunto qué hace el conselleiro para enmendar el fracaso del sistema de urgencias, excesivamente hospitalario. La organización actual es incapaz de soportar la demanda, reconocido por la propia Administración, de la que solo se conoce su preocupación por desarrollar un sistema de gestión inteligente, Sigur, de coordinación entre los ámbitos de la organización de urgencias, pero sin mejorar la dotación de recursos humanos para fomentar la atención extra hospitalaria. A los presupuestos del Sergas me remito.
En el caso de Compostela, el PAC de Santiago está situado dentro del Hospital Clínico, desbordando la capacidad de atención de su servicio de urgencias por el exceso de demanda.
El fallecimiento en A Estrada pone el dedo en la llaga de lo que sucede. El paciente murió esperando al único médico, ausente por atención en un domicilio. Es decir, faltan recursos. Cómo se va reducir la demanda en las urgencias hospitalarias de Santiago si las periféricas están infradotadas, por la excesiva hospitalitis de la organización.
Desconozco cómo se resolverá la situación. Si actuando en consecuencia para definir un nuevo modelo y mejorar sus recursos, si con el habitual cese del consellerio y que pase el siguiente. Así ya se actuó hace tres años y volvemos estar donde estábamos, agravado por los cambios en la demanda y la reducción de recursos. Incluso, puede ser que se pudra con el tiempo.
No obstante, advertir que la falta de inversión amenaza el Sistema Nacional de Salud y que sus 100.000 millones de euros anuales son muy apetecibles para los intereses privados. Para no caer en lo mismo, observen cómo se desmanteló el inglés.

Se va de las manos

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