¿Qué quiere ser Aznar de mayor?

La condición de expresidente de Gobierno es compleja. Cuando se ha ocupado el mayor nivel de la representación política es difícil imaginar dónde se aparca la ambición que condujo a la cima y cómo se ocupa el tiempo. Sobre todo en España, en donde la transición impuso unas generaciones muy jóvenes que escalaron rápidamente hacia la cúspide. La tentación es seguir con la actividad política. Lo que en ocasiones produce fricciones o discrepancias con quienes ocupan después de ellos los puestos de responsabilidad en sus partidos. Aznar no ha encontrado su lugar en la política después de sus ocho años en la presidencia.
Casi desde el primer momento después de abandonar La Moncloa, ha propiciado críticas y desencuentros con su sucesor. Las declaraciones que ha venido haciendo indican cierto menosprecio hacia quien él mismo ungió como sucesor. Lo ha calificado de blando, indeciso. Falto de firmeza. Lo que confirma que la política de confrontación que Aznar instauró y llevó a la división de los españoles es el modelo que esperaba que siguiera su sucesor. Ahora, cuando Rajoy se ve obligado a pactar, ceder y negociar para poder gobernar, Aznar ha roto casi todos los lazos que le unían al partido al desdeñar la presidencia de honor, cargo creado solo para él.
No ha tardado en volver a ejercer la crítica contra las políticas del PP. Fundamentalmente en lo concerniente a Cataluña y a la fiscalidad. Parece como si pretendiera que Rajoy gobernara como si tuviera mayoría en el Parlamento. José María Aznar está oyendo cantos de sirena que le invitan a lanzar un nuevo partido. Algunas encuestas le pronostican medio centenar de escaños. El espacio que podría ocupar es a la derecha del PP y hay dudas de que tamaño podría llegar a tener. A parte de sus actividades privadas de mediación y académicas, no tiene muchas obligaciones, excepto las derivadas de la fundación que preside.
No hay noticias ciertas de cuáles son sus intenciones. Quienes están más cerca de él aseguran que no tiene intención de fundar un partido, lo que descartaría la actividad política directa. En el PP no se detecta preocupación por los proyectos de Aznar. Incluso existe una sensación de alivio, sobre todo al considerar que la mayoría de los escándalos de corrupción provienen de la época en la que era presidente del partido y del gobierno. Los expresidentes no han aprendido a mantener un papel institucional discreto y sienten la tentación del protagonismo político. No debe ser fácil encontrar espacio como expresidente de gobierno de España.

¿Qué quiere ser Aznar de mayor?

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