¡Exagerado!... pues sí, evidentemente. La osadía de “comparar” el festival de música y arte de Woodstock, celebrado en 1969 en una granja de Bethel próxima a Nueva York, uno de los más famosos festivales de música rock, con el Festival de la Luz celebrado a “medias” –la segunda jornada se suspendió por las inclemencias del tiempo– en Orros, Boimorto, lugar de nacimiento de Luz y del festival, no es de “recibo”, a no ser por el hábitat rural elegido y por tener a la música como principal elemento de entretenimiento.
No hubo el sábado hippies en el recinto campestre y sí un ambiente familiar, público de todas las edades, que disfrutó con la variedad musical de la larga jornada festiva. Como en su día sucediera en Woodstock, las expectativas barajadas por la organización se vieron superadas. Alrededor de cinco mil personas acudieron el primer día, desde diferentes puntos de Galicia, a la llamada de Luz Casal, que ya anunció, y “advirtió”, en la presentación del mismo que el “aspecto rural del festival iba a sorprender mucho más que el cartel”. A pesar del aviso, uno quedo gratamente sorprendido al observar la escenificación del recinto y como el público hacia cola para cambiar euros por púas de guitarra –moneda oficial del recinto– para adquirir productos del rural.
Otro factor importante en el éxito de este festival fue la organización que se esmeró en dotar al recinto con todos los servicios con amplio aparcamiento y zona de acampada. De haberse comportado el tiempo como “debía” y no dar la nota negativa, el domingo se habría superado la asistencia. La recaudación de la venta de las entradas, una vez devuelto a quien lo solicite el importe de la segunda jornada, a través de los puntos de venta físicos y la taquilla “online”, se donará a la delegación de la Asociación Española contra el Cáncer. Y el próximo año… más. Habrá más “cosecha” ya que a pesar del sinsabor de la suspensión, el festival a dejado un buen sabor de boca y la presunción de que llegará a convertirse en una señero festival en Galicia.