En el año 1075, un papa llamado Gregorio VII publicó un documento, el DictatusPapae,en el que defendía su posición como autoridad de carácter espiritual y universal, frente a los poderes seculares y particulares de entonces. Una especie de huida hacia delante, en la que el obispo de Roma, monje reformador, pretendía que el emperador alemán y los señores feudales de entonces dejaran de controlar los cargos eclesiásticos en su propio beneficio.
La Cristiandad, que es como llamamos a la Europadel siglo XI, comenzaba a salir de la época más difícil e iniciaba un proceso de expansión y desarrollo. Aunque mucha gente no lo sepa, los siglos XII y XIII, los centrales de la llamada Edad Media, resultaron ser extraordinariamente positivos para el futuro de la civilización occidental: la agricultura, el comercio, las ciudades, la cultura, las universidades, los sistemas financieros y empresariales, la administración, los parlamentos, entre otras muchas cosas, sirvieron de base a lo que hoy llamamos mundo civilizado.
Durante este primer impulso expansivode Europa entre los siglos XI y XIII, los planteamientos de Gregorio VII, fuese esta su intención o no al formularlos,pusieron a la autoridad pontificia en posición de liderazgo.Al iniciarse el siglo XIII, otro papa, Inocencio III, se había convertido en una autoridad realmente plenaria y universal del occidente cristiano.
Con el paso deltiempo, según se “superaba” la Edad Media y llegaba el Renacimiento, a partir del siglo XV, Europa siguió su propio camino, que en lo temporal fue el de las naciones y los estados modernos. Las autoridades universales, como el papa o el emperador, dejaron de tener vigencia, por lo menos en lo temporal, frente al poder efectivo de las nuevas autoridades políticas.
Así las cosas el pontificado, con el lastre del papel jugado durante los siglos medievales, fue una institución que pasó momentos muy difíciles, a los que hizo frente tratando de realizar su misión, adaptándose a circunstancias cambiantes y adversas propias de la modernidad. La huida hacia adelante del papa Gregorio, tratando de librarse de las estructuras feudales, le había costado a la Iglesia Romana un compromiso temporal,que no era propiamente el suyo y del que no se pudo librar fácilmente.
En los últimos tiempos, sobre todo durante el siglo XX, los papas han intentado volver a su misión primigenia y superar definitivamente ese compromiso histórico. Al parecer la hora de esa superación definitiva ha llegado, no otra cosa parecen significar las nuevas “intenciones pontificias”, las que señalan un cambio de época protagonizada por la Iglesia misionera del papa Francisco y el fin de los llamados “príncipes de la Iglesia”. Con todo, quizá lo más importante es que el mensaje cristiano sigue siendo el mismo de hace 2.000 años.