el PSOE pasó de ser el partido de gobierno por excelencia a ser algo muy distinto. Son muchos los factores que han desembocado en esta situación. Es verdad que en gran parte de Europa hay una crisis de la socialdemocracia de fondo, pero las debilidades del PSOE trascienden ese análisis. Su crisis ni siquiera se explica solo por la irrupción de Podemos y las ayudas mediáticas que tuvo este partido por parte de empresas de comunicación ligadas a la derecha, en su estrategia de dividir a la izquierda, hasta dejarla sin capacidad de ser alternativa. Hay debilidades del PSOE que son solo del PSOE. Y lo mismo le pasa ahora al PSC, que cayó tanto que no le queda más opción que subir, pero lejos de ser la primera fuerza política. El largo período de gobierno socialista se saldó con tres éxitos y dos fracasos: la corrupción y los denominados Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). Fueron las luces y sombras del cambio que fue afianzando la democracia y las comunidades autónomas, sin resolver el encaje de Cataluña en España. El final del felipismo, en 1996, fue amargo y quizá por eso el siguiente presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero no quiso asociarse con la época de mayor esplendor del socialismo en España. Visto con perspectiva, el primer gran error estratégico del PSOE.
La receta básica del éxito socialista tuvo por bandera las políticas sociales y la modernización económica pero también una estructura de poder interno distinta de la actual. El liderazgo de González fue decisivo en los ochenta y comienzos de los noventa, hasta el punto de que a medida que pasa el tiempo puede valorarse mejor la dimensión de su obra política. Su modelo se basaba en que en Ferraz, al frente del PSOE, estaba alguien respetado en el PSOE andaluz, que éste veía como capaz de integrar a su vez al PSC, de modo que un PSOE fuerte en Andalucía y Cataluña era partido ganador en España.
Otro problema del PSOE parte de lo que prometía ser una solución: las primarias mal planteadas. Una cosa es que haya primarias y otra que ese modelo pueda extrapolarse a círculos de centenares de votantes. El resultado está a la vista: con el sistema anterior el PSOE tenía muchos referentes y gente muy preparada, mientras que con el actual no hay ni referentes ni grandes profesionales. Pedro Sánchez puede optar por seguir por dónde va o por reconstruir el PSOE actualizando las pautas de éxito del pasado. De lo que haga en Cataluña y Andalucía dependerá que sea presidente del Gobierno. También, por supuesto, de cómo dé respuesta a los problemas de desigualdad y pobreza.