La fashionista Carmen Lomana es la encarnación de las buenas maneras. Incluso a Jaime Peñafiel, el único hombre del mundo capaz de encontrar un defecto en una persona que para todos es modélica, le sería difícil descubrirle una tara. Cualquiera de ambos sería un profesor magnífico para formar en la urbanidad a Gonzalo “El sobrinísimo”, Caballero –por el apellido se sabe bien quién es su tío; sí, efectivamente, el todopoderoso Caballero, don Abel– y explicarle que comer a dos carrillos constituye un delito de lesa educación. Es verdad que la Marea, nasía pa’ganá, llegó a contar con una Concejalía de Igualdad y Diversidad y que una escisión de Podemos en Galicia se bautizó como Xuntos, en vez de Separados, pero ninguna de esas dos dualidades pasa de la categoría de mera anécdota en comparación con el bolo alimenticio que mastica el jefe de la franquicia enxebre de los socialistas: “Queremos un gobierno progresista, pero estamos preparados para nuevas elecciones”. Así, pase lo que pase, acierta, suena a demasiado ventajista. Menos mal que no come con la boca abierta.