A las autoridades soviéticas les dio en su momento por los planes quinquenales. La población tenía que trabajar arreo –desarrollaba un trabajo stajanovista, decían por allá–, durante cinco años para producir un determinado bien. Tino Fernández, que afortunadamente tiene poco de soviético, ha disfrutado también de un quinquenio para desarrollar su trabajo y al cabo de ese tiempo ha decidido marcharse para casa. El momento elegido para la despedida no parece el más oportuno, ya que a la crisis del equipo se puede unir la crisis social, pero sí es el indicado para hacer balance del quinquenio. En lo económico no hay nada que oponer; al revés, menudo contraste con lo que fueron los quinquenios precedentes. En cambio, en lo deportivo fue un continuo caminar por el filo de la navaja. También menudo contraste, pero en sentido contrario, con los quinquenios precedentes. La conclusión, por lo tanto, es sencilla: para la presidencia del Deportivo habría que buscar –mejor, encontrar– a un híbrido de Tino y Lendoiro. El club ganaría títulos y estaría saneado económicamente. Dar con él será difícil, muy difícil, pero si se consigue hasta se podrá volver a cantar aquello de “Barça, Madrid, ya estamos aquí”. Que haya suerte y... sentidiño.