Arquiñano es más de vuelta y vuelta que de platos recocidos; al menos cuando está entre pucheros, porque al quitarse el mandil y el gorro de cocinero, enciende el fuego y abrasa a quien haga falta. Ha metido en la cazuela a Fanny, la extravagante activista de Almas Veganas, y la tiene frita. La machacó por afirmar que los gallos violan a las gallinas y que las cañas de pescar son armas para matar del capitalismo. Ahora ha subido fuego y ha vuelto a coger el asuntos de las descendencias: “Para que haya huevos tiene que haber gallos. Yo he tenido hijos porque me he juntado con María Luisa y alguna montadita habremos tenido; pero se nota que los padres de estas de Almas Veganas no follaron con ganas”. Sí y no. Sí a lo de María Luisa, pero no a lo de los padres de las iluminadas; ¿qué culpa tendrán los pobres de que les hayan salidos unas hijas así.