Estoy hasta los melindres de los conachos de Europa, que lían la pavana con el cambiazo de hora en invierno y verano, como si no hubiera cuatro estaciones. Y claro, los españoles –incluido Rajoy– que piensan culo veo y culo quiero, también pringamos. Les importa un pito jodernos los ritmos circadianos, supeditados a la luz solar, y nos mangan a huevos cambios físicos, mentales y conductuales, dando a las agujas del reloj p’alante y p’atrás, al mismo albedrío que las cabras, con la milonga de ahorrar energía, cuando se sabe cierto que no se ahorra una mierda. Los nachos piden ahora congelar el asunto de si nos mangan el horario de invierno o verano hasta el año 2021, mientras el sol y la tierra no cesan de girar a su puta bola, Pero vamos ver, nenos europeos: ¿Sois gilipollas o qué? Mandad los relojes analógicos, digitales, o atómicos a tomar por saco, y usemos relojes de sol y luna ¡No fallan nunca joder, que todo hay que decíroslo! Y a los relojeros suizos que les den morcilla de Burgos.