Contextualizando

Twitter, Facebook, Whatsapp… se han convertido en nuevos canales de comunicación, a través de los cuales nuestros familiares, amigos y conocidos nos hacen llegar información. A estos nuevos agentes comunicativos les damos un mayor grado de credibilidad que a otros canales más tradicionales como la prensa, la radio y la televisión que consideramos manipulados. ¿Cómo me van a mentir mis amigos? Sin embargo este torrente lo único que está logrando es que cada vez estemos menos informados. Hay estudios que afirman que las nuevas redes sociales nos han permitido crear a la vez nuevas redes de comunicación, en donde han primado más nuestros intereses propios que la busqueda de una auténtica transmisión de la realidad. Estamos más dispuestos a creernos aquellas cosas con las que comulgamos que aceptar ver lo que se puede decir en medios no afines. A su vez esta profusión de información hace casi imposible un análisis profundo de cada una de las cosas que nos llegan. Así es que cada vez más nos quedamos solo con lo que pone en el titular y nos indignamos profundamente sin pararnos a profundizar o contextualizar la información que se refleja en esas apenas diez o doce palabras que suponen el aperitivo de la noticia. Y una de las consecuencias más inmediatas que hay de todo este proceso es la descontextualización de la información.  Hace un par de semanas, por ejemplo, varios de mis contactos en las redes sociales se mostraron tremendamente indignados ante el supuesto de un libro de texto en el cual la ortografía del castellano era masacrada, dando al parecer unas nuevas normas para aquellos que utilizaban mensajes de texto en sus móviles. Investigando un poco más descubrí que esa página que tanto revuelo había causado no era más que parte de una unidad didáctica más extensa, en la cual se explicaban usos diferentes del castellano, entre ellos el uso del castellano en los móviles, pero también otros como la comunicación formal o burocrática. Todo el revuelo se causó por una “inocente” captura de pantalla que sin embargo no reflejaba el resto del contenido del libro. Así que a veces debemos preocuparnos un poco más y buscar el contexto general de donde provienen las informaciones que nos llegan y no quedarnos solamente con los titulares de las mismas. Será mucho mejor para no pasarnos tanto tiempo indignados.

 

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