CUANDO a un policía le encargaban investigar a Al Capone, era lógico que viviese aterrorizado. Cualquier noche, al ir a acostarse, podría encontrarse en la cama una cabeza de caballo o el pizzero que le llevase la cena a casa podría estrangularlo con una cuerda de un piano. En cambio, si le encargan controlar a los manteros, no es normal que pase miedo; salvo, claro está, que pertenezca a la Policía Local de Madrid. No es que en la capital del Reino los emprendedores del top manta sean en realidad mafiosos camuflados ni parientes de Mike Tyson que la emprendan a golpes con todo agente que se les ponga por delante; ¡qué va! Los guardias tienen miedo a las represalias de la abuela Carmena por sus actuaciones contra los manteros. Estámosche ben. Pues menos mal que parecía una señora respetable, mala política, pero respetable.